Dios tiene una vida en abundancia para nosotros; para obtenerla, debemos comprender el propósito para el cual fuimos creados, tener intimidad con Él y ser pacientes.
Cuando ordenamos en nuestros pensamientos quién es nuestro Dios y la identidad de nuestro Padre, sus planes empiezan a hacer sentido. Hoy y ahora podemos disfrutar de las bendiciones.
Efesios 2:8-10 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Para tener una vida en abundancia debemos:
1. Sintonizarnos con la misión para la que Dios nos hizo. Dios nos hizo con la misión que le representemos. Efesios 1:5-6 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. Dios quiere que le mostremos a todos que Él es bueno. Abraham fue amigo de Dios, porque entendió que Dios lo llamó a caminar con Él y ser un agente de bendición a las naciones. Cuando entiendes que tu misión es representarlo, entonces empiezas a caminar en una amistad preciosa con nuestro Padre, empiezas a disfrutar de una vida en abundancia. Cuando no ayudamos a otros a crecer, no somos de bendición, entonces no disfrutamos la vida abundante para lo que Dios nos planeó. Podemos empezar diciendo cosas buenas a los que nos rodean, bendice a otros con tus palabras constantemente.
2. Cultivar una devoción por Él. Dios nos llama a seguirle en su tarea de amar, y en eso, te vas enamorando de Él. El Padre sigue buscando verdaderos adoradores. Un verdadero adorador es alguien que tiene devoción por el Señor, que tiene intimidad con Dios. Es importante hacer un compromiso de tener intimidad con Él para cultivar la devoción con Dios. En I Tesalonicenses dice Oren sin cesar. Somos templo del Espíritu Santo, y Él está con nosotros en todo momento. A veces no esperamos ver a Dios fuera de la iglesia, pero lo cierto es que está con nosotros siempre.
3. Aprender a esperar los tiempos de nuestro Padre, ser pacientes. La vida abundante se obtiene haciendo la voluntad del Padre y, muchas veces, eso incluye esperar. Debemos sincronizarnos con los tiempos de Dios. El libro de Eclesiastés nos habla que hay un tiempo para todo. Tienes que ser fiel en lo que hoy te toca hacer, para que Dios esté seguro que puedes administrar sus talentos. Dios permite pruebas para darnos la oportunidad de aprender, no porque Dios nos ha abandonado. Espera los tiempos de Dios y te va a ir bien.
La voluntad de Dios es agradable y perfecta. Dios tiene planes maravillosos para nuestra vida, sueña en grande para poder bendecir a los que te rodean. Disfruta de las pruebas, úsalas como oportunidades para madurar.